lunes, 30 de diciembre de 2013

Última página del 2013

De nuevo voy a despedir el año con un recuento de las novelas que he leído durante el año. Reconozco que el número es sensiblemente menor (razón por la cual el número de reseñas que he publicado tampoco ha sido muy abundante). No he leído mucho este año, principalmente por falta de tiempo (he estado más dedicada a asuntos de la tesis y por lo tanto el tiempo se me ha ido entre artículos y libros de ensayo que no voy a añadir a la lista) y también por falta de un material que llamara verdaderamente mi atención. Veremos si el 2014 viene con un (o más) libros bajo el brazo.
Repasando la lista me he dado cuenta de dos cosas: 
1) tengo varias reseñas pendientes 
2) En particular he leído mucho libro de Stephen King (estoy preparando un mes temático, pero de eso ya os hablaré en otra entrada) y en general este año parece que me entregado al terror y el thriller. Voy a épocas.  
Como en 2012, voy a puntuar los libros  con una nota del 1 al 5 siendo 1 que no me ha gustado nada y 5 que me ha encantado. ¡Vamos allá!

  1. Blockade Billy, Stephen King 3'5/5
  2. La casita de jengibre, Carin Gerdhardsen 1/5
  3. 50 sombras de Grey, E. L. James 1/5
  4. UR, Stephen King 4/5
  5. Una vacante imprevista, J.K. Rowling 5/5
  6. Los sin nombre, Ramsey Campbell 2/5
  7. Todo oscuro sin estrellas, Stephen King 5/5
  8. La guarida, Shirley Jackson 2/5
  9. La vidente, Lars Kepler 2'5/5
  10. Joyland, Stephen King 4'5/5
  11. Rosemary’s baby, Ira Levin 4/5
  12. Las poseídas de Stepford, Ira Levin 3'5/5
  13. Los del otro lado, Christopher Buehlman 4'5/5
  14. Revolting Rhymes, Roald Dahl 2/5
  15. El último deseo del cangrejo, Roberto García 5/5
  16. Perturbado, Paul Harper 1/5
  17. Escondido en tu mirada, Sienna Anderson 1/5
  18. Duma Key, Stephen King 4'5/5
  19. El ocupante, Sarah Waters 4'5/5
  20. Muerte entre bastidores, Bram Stoker 3'5/5
  21. Las horas distantes, Kate Morton 5/5
  22. Apocalipsis Z, Manel Loureiro 3'5/5
  23. El maestro y margarita, Mijail Bulgákov 2'5/5
  24. No estamos locos, Gran Wyoming(estoy en ello y quiero escribir en breve una reseña)
En fin, aunque son 11 menos que los que leí en 2012, sigue siendo un número nada despreciable. De momento para 2014 tengo ya algunos títulos en mente:

El ciclista de Chernobyl de Javier Sebastián
La casa de hojas de Mark Z. Danielewski
22/11/63, Doctor Sleep, El viento a través de la cerradura de Stephen King
El médico, Noah Gordon
Mi vida querida, Alice Munro
Nada, Carmen Laforet

Dentro de un año, comprobaré cuánto he leído. Mientras tanto, que tengáis una feliz Nochevieja! os deseo lo mejor en el año próximo! Nos vemos en 2014 ;)

 



                

martes, 24 de diciembre de 2013

¡Feliz Navidad! y los libros que llenan el saco de Papá Noel.


Hace poco leía esta pregunta en Vef:

 

Personalmente, si yo que tengo mi carrera, mi máster y mis idiomas cogiendo polvo en la estantería, estuviera de 'envolvedora' (patada navideña a la RAE, ¡olé!) me dedicaría a llevar el recuento de volúmenes vendidos junto con un archivo mental del perfil del comprador por aquello de 'entretenerme'. Ya me quedé patidifusa al ver que Paz Padilla publicaba un librito sobre sus aventuras televisivas (Quién te ha visto y quién te ve, Mari... Paz Padilla), pero está claro que estas publicaciones tienen su público. ¡Y sus críticos especializados, oye! he aquí la prueba documental:

 

Y es que está claro que sobre gustos no hay nada escrito (aunque de hecho sí hay mucho escrito (yo os recomiento Una historia natural de los sentidos de Diane Ackerman) y en mi carrera la cosa dio para una asignatura entera que llevaba por título Historia del Gusto y que fue una de las más interesantes que tuve el placer de cursar), pero da rabia ver cómo algunos libros copan las ventas por su autor y no gracias a su autor. Dicho de otra manera, ¿un libro como el de Belén Esteban habría tenido el mismo éxito si no lo hubiera escrito la princesa del pueblo? sinceramente lo dudo. Y no critico ni el hecho de que lo publique (adelante con la iniciativa, oiga, es un personaje público que ha entregado su vida privada a las masas, tiene que rentabilizarlo de todas las maneras posibles, yo probablemente en su lugar haría lo mismo) ni su capacidad como escritora (no es ni la primera ni la última persona que pasa de la farándula a las letras con un acompañamiento editorial que pula y de esplendor a su historia,  no nos engañemos), así que si algún fan de la autora quiere indignarse y cargar iracundamente contra mí, que se abstenga porque no hay motivo. Lo que critico no es libro de 'la' Esteban ni a ella, sino que el mundo editorial se haya mercantilizado tanto. 
Está claro que es más seguro apostar por un libro de un/una famosa/o que por uno de un autor que da sus primeros pasos en la literatura. Pero también es cierto que en principio antes los editores tenían la labor de  evaluar el valor potencial de las obras que los autores enviaban y descubrir así nuevos talentos (y a veces se acertaba como hizo Barry Cunningham con J.K. Rowling y otras se erraba, como hicieron los 12 editores anteriores a Cunningham que rechazaron Harry Potter y la piedra filosofal). Apostar por lo nuevo exige un riesgo que no parece que las editoriales estén dispuestas a asumir hoy en día.
Por eso cada vez visito menos las librerías oficiales, en las que encuentro novelas más o menos clónicas, con autores relativamente conocidos y prefiero bucear por la red "a ver qué encuentro". Realmente hay muchos grandes autores que son ignorados por las editoriales o que tienen un éxito de mercado discreto que no hace justicia a su trabajo y a los que podemos acceder desde sus blogs o páginas web donde hace una labor titánica de autopublicación. Pero bueno, en general está clara que respecto al criterio editorial la rara soy yo porque miro mi estantería o repaso la biblioteca de mi kindle y si comparo con lo que lo peta en las librerías no entiendo nada de nada,sin embargo la editoriales siguen ganando dinero a espuertas...

 
Sería un buen plan navideño pedir  a Papá Noel o incluso para los reyes magos, que son tres y pueden cargar más :), alguno de esos libros de autores noveles que pululan por la red (Por ejemplo: Roberto García Cela, Ángel Delgado, James Navas, Antonio Jareño, Jesús Zamora Bonilla, Aída Berliavsky, Antonio Torcoral...). Esta iniciativa sería un regalo por partida doble: para el autor, al que damos nuestra confianza y para el lector, a quién seguro sorprenderá la calidad que podemos encontrar entre sus páginas.
Sea como sea, y pidáis lo que pidáis, que esta noche Papá Noel os aquello que deseáis, que comais mucho turrón y un buén capazo de gambas en compañía de vuestros seres queridos (o con vuestra familia :P) pero que pase lo que pase, que seais muy felices.


 ¡¡Feliz Navidad!!
 

lunes, 16 de diciembre de 2013

Entrevista a Roberto García Cela

Buenos y fríos días, amigos!
Como os anuncié hace unos días, Roberto García Cela había accedido gustosamente a que Sonia y yo le hiciéramos una entrevista (en diferido, a la moda) a raíz de la publicación de su nueva novela El último deseo del cangrejo.  El la primera vez que en este blog se publica una entrevista, pero me ha parecido una experiencia tan interesante que estoy segura de que no será la última. Sin más preámbulos, he aquí el resultado. Esperamos que lo disfrutéis tanto o más que nosotras.


http://www.robertogarciacela.es

  • ¿Tiene tu empleo o tu formación algo que ver con la literatura?
Si nos guiamos por mi formación académica, más bien al contrario. Estudié Derecho, una carrera en la que no se fomenta precisamente la creatividad. Pero si echo la vista atrás, me veo leyendo novelas de todo tipo en el colegio, escondido de la mirada de los profesores, suspendiendo asignaturas y devorando con voracidad todo lo que caía en mis manos. En cuanto a mi trabajo no tiene nada que ver con la literatura.
  • ¿Te sientes rechazado por las editoriales o ni siquiera has intentado contactar con ellas?
He enviado ambas novelas a varias editoriales. Lo máximo que he obtenido como respuesta ha sido alguna negativa amable y estereotipada. Pero no he puesto demasiado énfasis en esa línea de publicación. Como bien sabéis, en este país las editoriales solo apuestan ya por los valores seguros. Y yo no lo soy.
  • Dado que actualmente regalas tus libros o los pones a disposición del personal a precios bajísimos, ¿cuál es tu objetivo en el mundo de la literatura? ¿seguir siendo un escritor al margen del mainstream literario o crear un público lector fiel que en un futuro quiera pagar un precio establecido por una editorial?
Ninguno de los dos. Yo escribo para divertirme. Y la publicación de una novela forma parte de ese proceso de escritura. Cuando deje de pasármelo bien escribiendo, dejaré de escribir. No pretendo vivir de la literatura, lo mío es sólo un pasatiempo muy absorbente.
  • Si la literatura no te da de comer, ¿cuándo escribes? ¿Cuánto tiempo sueles tardar en escribir un libro?
Imagínate un día cualquiera de mi vida: me levanto a las 6:50, voy a trabajar, regreso a casa a las 19:00, las tareas propias de una familia y al final, cuando mis hijos y mi mujer están ya acostados, a eso de las 23:00, enciendo el ordenador, me pongo los auriculares con algún disco que me motive, y escribo hasta que me puede el sueño. No tengo mucho tiempo para escribir. Ambos libros he tardado en escribirlos nueve meses, más o menos como un buen embarazo.
  • Recomienda un autor que no sea conocido por el gran público y que se autoedite como tú haces.
Antonio Tocornal. Entré en contacto con él a través de un foro de escritores. Quiso que leyese su primera novela y quedé prendado de su talento. Es uno más de tantos que las editoriales desaprovechan. A su lado, soy un simple aficionadillo.
  • ¿El último libro de un autor consagrado que te haya decepcionado?
Siempre caigo en las redes de alguna novela de Stephen King, añorando los buenos tiempos en los que escribía literatura de verdad. Y cada vez que termino uno, me juro no reincidir. Hasta que se me pasa. Las impresiones de la adolescencia pesan demasiado.
  • El final de Siete cruces daba pie a una posible continuación, ¿habrá segunda parte?
No. Siete Cruces no es una novela como tal. Es un grupo de relatos con un nexo común que busca unirlos. Realmente, el final me importaba muy poco. Más de uno que lo leísteis tuvisteis esa misma impresión, que quedaba demasiado en el aire. Pero a mi lo que realmente me importaba era el impacto de los poderes en la vida de cada uno de ellos. Lo que ocurriese al final me tenía sin cuidado. Quise huir de una apoteosis épica a propósito. Por eso no es viable una continuación.
  • Has saltado del género de la ciencia ficción en Siete cruces al más puramente realista en El último deseo del cangrejo, ¿por qué ese viraje de 180º?, ¿Hay algún género con el que te identifiques?
Con ninguno en concreto. Es más, entre mis proyectos están ahora una novela negra con cierta dosis de humor, uno de suspense paranormal, uno de zombies, uno erótico… En fin, no me gusta repetir por lo que antes comentaba. Lo hago para divertirme, y la repetición es, por su propia naturaleza, aburrida.
  • Los personajes de tus novelas tienen una profundidad emocional, psicológica y vital increíble y resultan interesantes como si cada uno constituyera una historia en sí mismo, ¿cuál es tu preferido?
Esta sí que es una pregunta complicada y no quiero responderla cayendo en el tópico de que todos tienen algo mío y por eso todos me gustan. Voy a mojarme. El personaje con el que mejor me lo pasé fue con el hombre invisible de Siete Cruces. Y no porque me cayera bien, más bien lo contrario. Precisamente por su personalidad anómala, por haberme dejado llevar sin tabúes al escribirlo, le tengo un cariño especial. Con el que me sentí más cómodo en su carácter fue con Toni, de El último deseo del cangrejo. Me encantaría tomarme una cerveza con él.
  • Más de un lector te ha sugerido que la novela (El último deseo del cangrejo) da de sí como para convertirse en película, ¿qué te parece esta idea? ¿quién te gustaría que la dirigiera?
Bien, entramos en el mundo de la ciencia ficción. Si llegase el caso, que no veo cómo, me gustaría verla en manos de Juanma Bajo Ulloa. Haría de ella algo mítico como ya hizo con Airbag.
  • Por tu experiencia personal, ¿escribir El último deseo del cangrejo ha sido una catarsis a nivel interior?
Por supuesto. Esa fue mi intención al escribirla. Yo fui un canceroso también y no fue agradable. Parte de ti se muere en esos meses de sufrimiento aunque consigas sobrevivir. Escribir la novela fue una forma de exhumar los cadáveres que se quedaron dentro pudriéndose, y blanquearlos a la luz de unos personajes que tenían otras vidas y experiencias.
  • ¿Qué pregunta te gustaría que te hiciéramos? y ¿cuál sería la respuesta?
Que si quiero haceros yo una entrevista a vosotras, como responsables de un blog literario como el vuestro. Y que me dijeseis que sí.


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Desde aquí nos gustaría reiterar nuestro agradecimiento al autor y recomendaros una vez más que conozcais su obra, estoy segura de que no os dejará indiferentes. Por otro lado, y respondiendo a su última pregunta, ¡por supuesto que diremos que sí!

jueves, 5 de diciembre de 2013

El último deseo del Cangrejo

Hace un par de entradas os comenté que Roberto García Cela, el autor de Siete cruces (podeis teletransportaros a aquella reseña mediante este agujero de gusano) autopublicaba su segunda novela, El último deseo del cangrejo

Si su primera novela me gustó, con esta se consagra entre los autores que sin duda voy a recomendar a menudo y a la vez refuerza mi opinión sobre el hecho de que las editoriales están dejando escapar trabajos escandalosamente buenos mientras publican basura. Y con esta antesala reflexiva, vamos a meternos en harina.



Fundido negro y después plano en picado de la fachada de un hospital. Así me represento yo el viraje de género que de una novela a otra ha dado García Cela. Si su primer libro ocupó el ranking de Amazon de los más vendidos en Fantasía y Ciencia Ficción, con El último deseo del cangrejo el autor nos sumerge en la más profunda realidad con un relato sobre la vida y los pensamientos de un trío de enfermos terminales de cáncer. Contado así casi podemos pensar que con la novela viene adjunto un enorme paquete de pañuelos de papel. Podría ser, no digo yo que no, si se tratara de otro autor, pero aquí lo que tenemos entre manos es una historia realista y dramática, por qué no, que sin embargo sublima la pena gratuita y la conmiseración, con un uso extraordinario de la ironía y el humor negro. 

Cuando comencé a leer las vicisitudes de Mateo, Julio y Tony tuve el prejuicio temprano de que allí no iba a encontrar más que otra versión de libros de esos bienintencionados del estilo de Albert Espinosa (a.k.a. Doy gracias a la enfermedad porque me ha hecho mejor persona) o producciones lacrimógenas de tipo Polseres vermelles o 4º planta (Sin duda Albert Espinosa ha hecho de la enfermedad y el buenrollismo asociado un negocio más que rentable). Cuando adentrándome un poco más entre sus páginas ví que el argumento apuntaba a que los protagonistas iban a tratar de cumplir sus deseos más importantes entre ciclo y ciclo de quimioterapia por si acaso perdían la batalla contra el cáncer, me asaltó el argumento de The Bucklet list, con Morgan Freeman y Jack Nicholson, otra historia producida por Kleenex. Pero como digo son prejuicios y no me hicieron falta más que uno o dos capítulos más para advertir que ni lágrimas de cocodrilo ni rebozamiento en trillados mensajes de autoayuda, aquí había una estupenda historia. Y dejando mis prejuicios olvidados en un rincón, me dejé sorprender.

García Cela tiene la brillante cualidad de construir unos hilos argumentales que, a mí particularmente, me sorprenden. Y me sorprenden porque, literalmente, soy incapaz de predecir lo que van a hacer los personajes a continuación y eso, señores míos, es rara avis en la literatura actual. En El último deseo del cangrejo, la historia va girando sobre sí misma en una suerte de espiral pues reproduce una y otra vez el ciclo marcado por la quimioterapia (narrado sin paños calientes pero sin pretensiones, lisa y llanamente se comparte una realidad que quien no lo ha vivido difícilmente puede representarse) pero cerrándose cada vez más sobre sí misma, avanzando, cambiando pero inexorablemente acercándose a un final anunciado. Lejos de ser asfixiante el contraste entre los fragmentos dedicados al tratamiento y el entorno, en general, de la enfermedad, respiran y cogen aire en los entresuelos que suponen los deseos propuestos por las protagonistas y sus delirantes realizaciones. Si algo destaca en esta novela es el difícil pero logrado equilibrio entre lo dramático y lo cómico, el canto a la vida y el humor negro, negrísimo de quien asume lo que hay y decide seguir adelante.
Los personajes, no me cansaré de repetirlo, tal y como ya lo fueron los de Siete cruces, tienen una profundidad psicológica de tal calado que por sí mismos podrían constituir una novela. Me quedo con ganas de saber más sobre todos ellos, sobre sus vidas antes del cáncer, abrir más cajones destartalados de esos que todos tenemos y guardamos con celo hasta que algo o alguien (como un autor de novelas) los abre y escudriña en su interior para deleite de los lectores cotillas. Me he reído, he llorado, he sufrido con los personajes, pero sobre todo, he entendido sus decisiones, sus motivos, sus anhelos y sus miedos. Son humanos y cercanos, tanto que también a alguno le he cogido manía y a otros sin duda les echaré de menos. Baste con lo dicho, no quiero hacer spoilers.

De nuevo la prosa de autor, sencilla y clara pero de una calidad indiscutible, hace de su obra un ejemplar de lectura amena y envolvente. Y a tal punto de realismo llegan sus descripciones y diálogos que más de una vez durante la lectura llegué a pensar, y me consta que no soy la única, que sería un gran guión para una película. ¡Me gustaría ver al club de los cancerosos en la gran pantalla! 
Hablemos ahora del final, fuente de conflicto entre lectores y autores. Para mí, hay que reconocerlo, el final de Siete cruces fue flojo. Un abandono repentino del lector a su suerte, que se quedaba mirando las últimas palabras ojiplático y cargado de dudas y suposiciones. Ya sabéis que a mí esos finales no me gustan. A mí me gusta que me lo expliquen todo, si hace falta con un buen epílogo, un corolario o una nota del autor, ¡lo que sea! pero no me dejes aquí tirada a mí que te he acompañado a lo largo de toda la novela confiando en que el final sería apoteósico (eso también va por ti Ira Levin). Por suerte en El último deseo del cangrejo, el autor se redime y da a la historia una conclusión tal vez no absolutamente cerrada, pero sí un final digno de toda la trama.  

Si leíste Siete Cruces, lee El último deseo del cangrejo. Si no hay leído nada de García Cela empieza por esta novela o por la otra, pero conócelo. Si has superado una enfermedad, léelo y emociónate. Y si simplemente valoras la vida y sus inesperados requiebros, léelo. Los que no la tengáis pedídsela al autor por mail, por facebook o por paloma mensajera, que él de buena gana la cede absolutamente gratis (pero gentes mías, el precio irrisorio de 0'89€ en Amazon es asequible para todos los bolsillos, con todo mi amor os digo que no me seáis roñicas :P). Leedla y ya me contareis, apuesto a que no os dejará indiferentes.

 
   
Por último, me alegra comunicaros que en breve y por primera vez (esperemos que sirva como precedente) publicaré una entrevista al autor de la novela Roberto García Cela, que se ha prestado gustosamente a este experimento medio periodístico medio literario que estamos ultimando en coalición con Sonia, comentarista de este blog. Os mantendré al tanto.


domingo, 1 de diciembre de 2013

IRA LEVIN y la creación de ambiente



Los rankings de Halloween me dejaron en el kindle un par de novelas a las que quería echar un vistacillo. Una de ellas fue La guarida de Shirley Jackson. Recordaba haber visto la película (protagonizada por Catherine Z. Jones, Liam Nesson y Owen Wilson entre otros) y no era un buen recuerdo precisamente. Así que resolví leer la novela para comprobar si se confirmaba aquello de que el libro siempre es mejor. Me desilusionó bastante. Los personajes eran planos, las situaciones poco creíbles (bueno, es una historia de fantasmas, no se le pueden pedir peras al olmo. Me refiero a que no se prestaban a generar en el lector la atmósfera terrorífica que habría cabido esperar). La siguiente fue Rosemary’s baby de Ira Levin y aquí si que mejoró el asunto, aprovechando las fechas y el frío, ¡vamos al turrón!
Rosemary’s Baby, conocida en el territorio español con el título nada revelador de La semilla del diablo, es una de esas películas que todo el mundo conoce pero que poca gente ha visto entera. Yo empecé el libro sin recordar la película (digo sin recordar porque me consta haberla visto en la tele cuando era pequeña) y
descubrí una novelita que genera una expectación y una atmósfera opresiva como pocas he leído. El argumento se encargó de spoilearlo el que tradujo el título: Rosemary espera un hijo y el niño es el vástago del mismísimo Belcebú. Eso sí, la futura mamá de eso no tiene ni idea y va comprando ropita de bebé y pañales como si de cualquier otra criatura se tratara.  Alrededor de la Rosemary empiezan a ocurrir cosas extrañas. El nuevo apartamento, las ‘bienintencionadas’ atenciones de sus vecinos, todo el mundo parece mimarla y desear el nacimiento de su pequeño, pero a ella todo le parece sospechoso, ya no sabe a quién creer ni qué hacer eso sí, sabe que pase lo que pase ella tiene a su bebé. ¡Ay, coneja! ¡No tienes por dónde escapar, vayas donde vayas un feto con patas de carnero se te agarra a las costillas! Claro, y esto lo sabe el lector, Levin se encarga de sugerirlo, pero solo pueden seguir leyendo y línea tras línea ver cómo se acerca la fecha del parto mientras la atmósfera va oscureciendo cada vez más… Y tras esta apabullante antesala (de partos), el libro se resuelve en nada. Y ahí me quedé yo, deseando un capítulo más y maldiciendo a Ira Levin. Eso sí, mientras buscaba la segunda parte de la novela y terminaba despreciándola al leer la sinopsis (y los comentarios de otros bloggers, todo sea dicho) terminé encontramos Las poseídas de Stepford y allá que me fui de cabeza, qué le vamos a hacer, soy irremediable.
Las poseídas de Stepford es la novela en la que se basa la película de Nicole Kidman Las mujeres perfectas. Tenía buen recuerdo de la peli, y viendo que del género de terror pasaba directamente a algo más próximo a la comedia sin cambiar de autor, me adentré entre sus páginas. Vaya por dios, me la volvió a jugar Levin.  Joanna, nuestra protagonista, se muda a la localidad de Stepford donde todas las mujeres son… perfectas. Cabelleras de anuncio de Loreal, maquillaje aplicado con esmero, cuerpos esculturales, madres
entregadas y amas de casa diligentes que no hacen más que fregar, barrer y cocinar galletas de chocolate. Joanna, una mujer liberal que tiene muy claro que su vida no se reduce a su hogar, no congenia con sus vecinas. A medida que pasa el tiempo parece que las mujeres que viven en Stepford cambian y se convierten en mujeres perfectas pero, ¿por qué? Buena pregunta. Yo aún estoy esperando que Levin me lo explique (normal que en la peli tuvieran que guionizar un final alternativo porque el de la novela es un chasco). De nuevo genera una atmósfera de expectación extraordinaria, sufres con Joanna y no sabes si ella misma también sucumbirá al cambio. Y entonces, cuando parece que vamos a vislumbrar el desenlace… ¡Se acaba! Así sin más.

Así que he decido varias cosas. Me gusta cómo escribe Ira Levin, le concedo que tiene una imaginación pasmosa para crear escenarios de conspiraciones y de verdad que te hace sufrir por los personajes. No todos los autores saben construir una atmósfera despacio, sin prisas, que se vaya cerrando sobre el lector y los personajes hasta tal extremo que no puedas dejar de leer con la esperanza de escapar antes de que la salida se cierre por complto. Pero me fastidia mucho que los finales sean tan descafeinados así que, con dos he tenido suficiente. 

P.D. La próxima entrada será la reseña de El último deseo del cangrejo de Roberto García Cela.